martes, 7 de junio de 2016

ABANDONO

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La palabra es escueta, cuatro sílabas con cuatro vocales abiertas. Abandono. El gobierno de Mauricio Macri ha ejecutado con precisión quirúrgica una política de Abandono (si me apuran casi diría que es Abandono de Personas, pero ya sabemos que cualquier planteo jurídico tiene la trampa que hace la ley). Y en el meollo del asunto se encuentra la decisión racional y meditada de eliminar todos los mecanismos gubernamentales que resguardaban la vida de las personas: programas, subsidios o regulaciones varias. 
Quitando del medio estos diques, el "mercado" (o sea, la ley del más fuerte) coloniza todas las intancias en donde antes el estado ejercía control y fiscalización, instaurando en cada una de ellas las famosas y míticas reglas de "libre competencia" (que son un eufemismo para enmascarar el peor darwinismo social): si tenés guita vivís y si no la tenés tu existencia social de mercado no tiene entidad, no existe, es una desaparecida.
El gobierno, que es una parte del estado, ha decidido con total conciencia de esa elección, abandonar a las personas a su suerte (a esto suelen llamarlo "meritocracia"). No hay errores ni mala planificación ni se les confundieron las planillas de cálculo. Decidieron que las personas no tienen porqué recibir ayuda del Estado (recordemos que el Estado es una comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades, y una administración es circunstancial y contingente) y que esos recursos deben dirigirse a los actores de mercado que se libran de asumir sus obligaciones impositivas y sociales.
Es, lisa y llanamente, una transferencia de recursos. Te sacan del bolsillo y llenan un poco más los bolsillos que ya estaban llenos. La excusa es el asuntito de la "fiesta". A lo que responderé ¿para qué cornos tiene uno un estado sino es para mejorar la vida de la comunidad social? Cuando la administración distribuye la riqueza social no hace otra cosa que mejorar las chances de cada integrante de esa comunidad y esos recursos siguen siendo los recursos que toda esa comunidad produce. Cuando una administración decide dejar a los integrantes de esa comunidad librados a la ley de las fieras lo que hace es transferir los recursos que antes se invertían en favor de la mayoría de los ciudadanos al sobrebienestar de algunos pocos.
Y por supuesto, la opción es abandonar a los sujetos de la comunidad. Abandonarlos porque ahora los recursos van en otra dirección. No es que falten, no es que se hayan "dilapidado". No no. Lo que ocurre es que una porción muy pequeña de la comunidad no desea asumir su responsabilidad (casi nunca lo han hecho, eso explica la fuga constante de capitales que no es otra cosa que extraer el valor del trabajo de los integrantes de la comunidad, dejándolo de invertir en la sociedad, llevándolos a lugares en donde nadie les reclame obligaciones) y ahora encuentra en la administración del estado a un interlocutor que la mima y consiente.
El abandono es sistemático y premeditado.
Y las consecuencias del abandono recorren toda la sociedad.
La responsabilidad por ese abandono le corresponde única y exclusivamente a la administración que lo ejecuta.
Uno confía que alguna vez pagarán por lo que están haciendo (esta vez mostraron la cara fuerte y claro), pero con el tiempo esa confianza está un poco cascoteada.
Más que nada porque una porción nada despreciable de abandonados aplaude su soledad.
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2 comentarios:

Margarita dijo...

Despertemos argentinos DESPERTEMOS

José Pepe Parrot dijo...

Margarita:
No creo que sea posible, al menos por el momento.
Todavía les dura el efecto del helio de los globos.